Infertilidad, Ovulos, Mujer Mayor
Calidad
de los óvulos
Las mujeres tienen menos probabilidades de quedar embarazadas y
tienen más probabilidades de sufrir abortos espontáneos debido a que la calidad de los óvulos disminuye a medida que la cantidad de óvulos restantes
disminuye.
Estos cambios son más notables cuando la mujer alcanza la edad
de 35 a 39 años. Por lo tanto, la edad de la mujer es la prueba más precisa de
la calidad del óvulo. Un cambio importante en la calidad del óvulo es la
frecuencia con la que se producen las anomalías genéticas denominadas
aneuploidía (demasiados o muy pocos cromosomas en el óvulo).
En la fecundación, tanto el óvulo normal como el espermatozoide
que lo fecunda tienen 23 cromosomas cada uno; de este modo, el embrión
resultante tendrá un total normal de 46 cromosomas. A medida que una mujer
envejece, cada vez más de sus óvulos tienen mayor o menor cantidad de
cromosomas.
Eso significa que, si se produce la fecundación, el embrión
también tendrá una mayor o menor cantidad de cromosomas. La mayoría de las personas
están familiarizadas con el síndrome de Down, un trastorno que se produce
cuando el embrión tiene un cromosoma 21 de más.
La mayoría de los embriones con cromosomas de más o de menos no
resultan en un embarazo o resultan en un aborto espontáneo. Esto ayuda a
explicar la menor probabilidad de que se produzca un embarazo y la mayor
probabilidad de sufrir un aborto espontáneo en las mujeres mayores.
Cantidad
de óvulos
La cantidad cada vez menor de folículos que contienen óvulos en
los ovarios se denomina “pérdida de la reserva ovárica.” Las mujeres comienzan
a perder la reserva ovárica antes de volverse estériles y antes de dejar de
tener períodos regulares.
Dado que las mujeres nacen con todos los folículos que tendrán
en su vida, el grupo de folículos en espera se reducirá gradualmente. A medida
que disminuye la reserva ovárica, los folículos se vuelven menos sensibles a la
estimulación de la FSH HFE, por lo que necesitan más estimulación para que un
óvulo madure y ovule.
Al principio, los períodos pueden acercarse, lo que resulta en
ciclos cortos de 21 a 25 días de diferencia. Eventualmente, los folículos se
vuelven incapaces de responder lo suficientemente bien como para ovular
constantemente, lo que da lugar a ciclos largos e irregulares.
La reserva ovárica disminuida por lo general está relacionada
con la edad y se produce debido a la pérdida natural de los óvulos y a la
disminución de la calidad media de los óvulos restantes.
Sin embargo, las mujeres jóvenes pueden tener reservas ováricas
reducidas debido al tabaquismo, los antecedentes familiares de menopausia
prematura y las cirugías ováricas previas.
Las mujeres jóvenes pueden experimentar una disminución en la
reserva ovárica, incluso si no tienen factores de riesgo conocidos. Se realizan
exámenes médicos para evaluar la reserva ovárica, pero ninguno predice con
fiabilidad la posibilidad de quedar embarazada.
Estos exámenes no determinan si una mujer puede o no quedar
embarazada, pero pueden determinar si han comenzado a producirse los cambios
relacionados con la edad en los ovarios.
Las mujeres con reserva ovárica disminuida tienen menos
probabilidades de quedar embarazadas que las mujeres con reserva ovárica normal
de su mismo grupo de edad. No existe ninguna prueba ni ninguna combinación de
pruebas que sea 100% exacta.
Los análisis de la FSH del día 3, la hormona antimulleriana y
los niveles de estrógeno implican la extracción de muestras de sangre en los
días dos, o tres o cuatro del ciclo menstrual. Los altos niveles de FSH o
estrógeno indican que la reserva ovárica es baja.
No obstante, muchas mujeres con reserva ovárica disminuida
tienen niveles normales de FSH en el día 3, por lo que un análisis de FSH del
día 3 no confirma una reserva ovárica normal. Otras pruebas de la reserva
ovárica que a veces se utilizan incluyen la prueba de provocación con citrato
de clomifeno (clomiphene citrate challenge test, CCCT) y la evaluación por
medio de una ecografía de la cantidad de folículos, denominada recuento de
folículos antrales.
Evaluación
de infertilidad y edad maternal avanzada
La infertilidad generalmente se diagnostica si una mujer no ha
quedado embarazada luego de mantener relaciones sexuales sin protección (es
decir, sin utilizar métodos anticonceptivos) durante un año.
Sin embargo, si tiene 35 años o más, la evaluación debería
comenzar luego de 6 meses de intentar concebir sin éxito. Si una pareja tiene
un problema médico evidente que afecta su capacidad para concebir, como
ausencia de períodos menstruales (amenorrea), disfunción sexual, antecedentes
de enfermedad pélvica o cirugías previas, debe comenzar la evaluación de
infertilidad inmediatamente.
Las pruebas de fertilidad pueden incluir la detección de la
ovulación y la evaluación de las trompas de Falopio, el cuello uterino y el
útero. A la pareja masculina se le realizará un análisis de semen.
La mayoría de las pruebas pueden estar listas dentro de los tres
meses y el tratamiento apropiado se puede iniciar inmediatamente luego de que
la evaluación haya concluido.
Las mujeres que tienen un trastorno médico, como presión
arterial alta o diabetes, deben hablar con su proveedor de atención clínica
antes de intentar quedar embarazadas. Es importante mantener los problemas de
salud bajo control.
El proveedor de atención clínica puede sugerir un cambio en la
medicación o en la atención médica general antes del embarazo, ya que hay un
mayor riesgo para las mujeres mayores.
Ciertas afecciones, como la presión arterial alta o la diabetes,
se desarrollan con mayor frecuencia en las mujeres que conciben después de los
35 años. Se puede recomendar un seguimiento y la realización de pruebas
especiales durante el embarazo.
El asesoramiento previo a la concepción es a menudo beneficioso.
Los niños nacidos de mujeres mayores de 35 años tienen un mayor riesgo de
padecer problemas cromosómicos.
Las mujeres pueden elegir analizar estos riesgos con su
proveedor de atención clínica o con un asesor genético antes de intentar quedar
embarazadas. Se pueden realizar pruebas prenatales luego de la concepción para
comprobar si hay ciertos defectos congénitos.
La amniocentesis y el muestreo de vellosidades coriónicas son
dos métodos de pruebas prenatales. También se pueden realizar análisis de
sangre y ecografías para detectar ciertos defectos congénitos. Muchos padres
quieren saber todo lo posible sobre el embarazo para poder tomar decisiones
informadas.
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